RESUMEN

Aun cuando otros dramas Shakesperianos se incluyen dentro del concepto de tragedias, realmente es Macbeth la obra que se inscribe dentro de este difícil género literario, pues alude a su sangriento, despiadado y conmovedor contenido. Macbeth encarna, sin lugar a dudas, la tragedia de la ambición, la que, como una sombra invade cada una de las escenas y se instala en el espíritu de su observador, en una secuencia de horror que lo imposibilita a retroceder ante la demoledora y cruel presencia del mal. Es ahí donde reside la verdadera fuerza descriptiva de Shakespeare, quien nos introduce en una sucesión de episodios fantasmagóricos, situándonos en el verdadero ambiente descompuesto de los protagonistas, que, impulsados a la pesadilla no tardan en iniciar la interminable cadena de crímenes, en pos de la corona real de Escocia.