RESUMEN

Durante las últimas décadas del siglo XIX, la sociedad de la Ciudad de México celebraba el Día de Muertos de una manera distinta, y a veces distante, de la que se acostumbraba en el pasado. El sentido ritual cobraba, poco a poco, una forma festiva, más acorde con los tiempos modernos. Había quienes despreciaban la celebración tradicional por considerarla un atavismo; en cambio, otros más conservadores se lamentaban de los tintes frívolos que habían impregnado al Día de Muertos. La fiesta se secularizaba a medida que la sociedad se inscribía en los paradigmas de progreso de aquella época.